Hay cosas que, por su esencia, no se separan del corazón por el resto de la vida. Desde que son grabadas, ahí, en esos recovecos donde el sentimiento prioriza las sensaciones únicas, esas que marcan un antes y un después en la vida de cada persona, permanecen para ser inmortalizadas por los recuerdos. De vez en vez generan sonrisas y placeres profundos que llenan el alma y otras sólo nostalgia por anhelos que han gambeteado el esfuerzo de muchos por un largo tiempo.
El fútbol en particular tiene mucho de esto. Es un juego que contagia numerosas cosas. Sensaciones diferentes. Únicas. Es, por definición, el fenómeno de masas más destacado dentro de la esfera deportiva. Arroja en forma constante, domingo tras domingo, nuevos significados a la cultura popular. Alguna vez, éstos se repiten, aunque nunca tienen el mismo sabor. Y otras veces llegan desde ese lugar privilegiado, por primera vez, donde son sólo once los sabios encargados de significarlos y todo un pueblo el que lo adquiere y le da el sentido. Hay canales exclusivos para transmitir este tipo de mensajes hacia el hincha. Hay vías que son las preferenciales para estos títeres guiados por los hilos de la pasión. Y el domingo Cacho Milocco fue el encargado de enviar, desde la orilla de los ilustrados, la botella mágica con el mensaje más esperado por todo un pueblo.
La masa recogió ese papiro despachado por el capitán pero escrito con el sacrificio y sudor de todos los nobles caballeros que se encontraban en el campo de la batalla final y se fundió en un grito de gol y libertad. Un desahogo que recorrió todos los espacios de Paraná Campaña, de nuestro fútbol y reventó en el pecho de los orgullosos de Arroyito. Fue un eco que se transformó en música. Una melodía nueva para nuestros oídos. Aunque la letra se haya interpretado tantas veces, con tantas banderas diferentes. "Dale campeón, dale campeón" era la declaración que desataba esa guerra simbólica llamada fútbol. Acompañados por el ritmo de los tambores y brazos en alto, que buscaban el cielo constantemente. Brazos que se asemejaban a arqueros de la edad media, que herían de muerte al imperio Rojo y destronaban al Rey de últimos años.
De ahí en más todo fue diferente. Sólo había que esperar que el derrotado emprenda la retirada. El tiempo se detuvo, las lágrimas comenzaron a ser parte de esta obra de arte e ilustrar los rostros de los sobrevivientes. Varios de ellos ingresaron al campo de batalla en búsqueda de los héroes. Ahí estaba el comandante Fálico. Ahí estaba el capitán Milocco. Los devotos se arrodillaban en el templo Verde para invocar a Dios en un agradecimiento supremo. Ahí estaba el teniente Goodfriedt. Y todos los guerreros fieles a su bandera. Vi todo un pueblo llorar el domingo en Cerrito. La piel se me erizó por completo como me pasa año tras año cada vez que veo un pueblo rendirle tributo a la coronación de sus representantes. No es difícil imaginar lo que sienten cuando lo transmiten de esta forma. Por esa razón esta columna es para el glorioso pueblo de Arsenal que el domingo conoció el significado de ser campeón.
El papiro de Milocco tenía un mensaje oculto detrás de ese grito de gol que decía: "Pueblo de Arsenal, La Gloria no tiene precio." Yo digo desde mi humilde lugar en esta redacción, bienvenido campeón a la mesa de los grandes de Paraná Campaña.
Por Luciano Mastaglia
El fútbol en particular tiene mucho de esto. Es un juego que contagia numerosas cosas. Sensaciones diferentes. Únicas. Es, por definición, el fenómeno de masas más destacado dentro de la esfera deportiva. Arroja en forma constante, domingo tras domingo, nuevos significados a la cultura popular. Alguna vez, éstos se repiten, aunque nunca tienen el mismo sabor. Y otras veces llegan desde ese lugar privilegiado, por primera vez, donde son sólo once los sabios encargados de significarlos y todo un pueblo el que lo adquiere y le da el sentido. Hay canales exclusivos para transmitir este tipo de mensajes hacia el hincha. Hay vías que son las preferenciales para estos títeres guiados por los hilos de la pasión. Y el domingo Cacho Milocco fue el encargado de enviar, desde la orilla de los ilustrados, la botella mágica con el mensaje más esperado por todo un pueblo.
La masa recogió ese papiro despachado por el capitán pero escrito con el sacrificio y sudor de todos los nobles caballeros que se encontraban en el campo de la batalla final y se fundió en un grito de gol y libertad. Un desahogo que recorrió todos los espacios de Paraná Campaña, de nuestro fútbol y reventó en el pecho de los orgullosos de Arroyito. Fue un eco que se transformó en música. Una melodía nueva para nuestros oídos. Aunque la letra se haya interpretado tantas veces, con tantas banderas diferentes. "Dale campeón, dale campeón" era la declaración que desataba esa guerra simbólica llamada fútbol. Acompañados por el ritmo de los tambores y brazos en alto, que buscaban el cielo constantemente. Brazos que se asemejaban a arqueros de la edad media, que herían de muerte al imperio Rojo y destronaban al Rey de últimos años.
De ahí en más todo fue diferente. Sólo había que esperar que el derrotado emprenda la retirada. El tiempo se detuvo, las lágrimas comenzaron a ser parte de esta obra de arte e ilustrar los rostros de los sobrevivientes. Varios de ellos ingresaron al campo de batalla en búsqueda de los héroes. Ahí estaba el comandante Fálico. Ahí estaba el capitán Milocco. Los devotos se arrodillaban en el templo Verde para invocar a Dios en un agradecimiento supremo. Ahí estaba el teniente Goodfriedt. Y todos los guerreros fieles a su bandera. Vi todo un pueblo llorar el domingo en Cerrito. La piel se me erizó por completo como me pasa año tras año cada vez que veo un pueblo rendirle tributo a la coronación de sus representantes. No es difícil imaginar lo que sienten cuando lo transmiten de esta forma. Por esa razón esta columna es para el glorioso pueblo de Arsenal que el domingo conoció el significado de ser campeón.
El papiro de Milocco tenía un mensaje oculto detrás de ese grito de gol que decía: "Pueblo de Arsenal, La Gloria no tiene precio." Yo digo desde mi humilde lugar en esta redacción, bienvenido campeón a la mesa de los grandes de Paraná Campaña.
Por Luciano Mastaglia
1 comentario:
buena onda! me encanta el blog! che cuando empieza el argentino c o torneo del interior? ahhh y cuando se sortean los grupos? un abrazo!
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